“Disculpen, sé que esto es incómodo, pero no nos queda otra”, asegura el conductor de un taxi que, entre los asientos delanteros y traseros tiene colocada un plástico rígido para evitar nuevos hechos delictivos.
La decisión la tomó el dueño del vehículo después de haber recibido dos disparos de arma de fuego en la calle Rawson.
En ese entonces el trabajador llevó a un pasajero y antes de llegar a destino sacó un arma de fuego con la que exigió dinero. Los nervios de la víctima lo llevaron a pedir que baje el arma, lo cual fue respondido a tiros.
Actualmente el conductor se encuentra en recuperación y como consecuencia de aquella fatídica noche decidió aislar a los pasajeros que ocupan el coche.
Tuvimos la posibilidad de viajar en dicho automóvil y uno de los choferes narró que “es una tranquilidad trabajar así. En la noche yo cierro la puerta de adelante y obligadamente llevo a los pasajeros atrás”.
A pesar de esta extrema decisión, contó que días atrás un grupo de cuatro sujetos comenzó a golpear con los puños al plástico para intentar vulnerarlo pero no lo lograron. “Les dije que se bajaran porque si los llevaba a la Comisaría iban a tener problemas”, manifestó el taxista.
Sin duda que es una situación rara viajar en el sector trasero de ese vehículo, experimentando más la sensación de circular en un móvil policial y no en un taxi. Sin embargo así es la historia y esta es una de las consecuencias de ese flagelo que nos afecta cada vez más como es la inseguridad.
Parece ser que las medidas deben ser tomadas por los ciudadanos ante la falta de compromiso de autoridades que tienen la responsabilidad de garantizarnos una vida tranquila.
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